Hace mucho tiempo en una Ciudad cuyo nombre pocos recuerdan, vivía un niño llamado Robín, él, no entendía, por qué cada vez que le contaban leyendas de su tierra las sentía mágicas; pero nadie le creía. Al despertar una mañana se le ocurre ir a visitar a su abuelito el señor Calimero, al llegar el niño le pregunta: Abuelito, ¿cómo puedo hacer para ser parte de una leyenda?, su Abuelito sonriendo le dice: que cogiera unos polvos mágicos que tenía en la repisa y así llegaría a ser parte de esta, siempre y cuando los usara de la siguiente manera: al echarlo encima de su cuerpo se transportaría a la leyenda en la que él está pensando. Robín se despide de su abuelo y regresa corriendo a su casa, se echa en un sillón, buscando la manera de ver cómo se echaría los polvos mágicos y sin darse cuenta, estos le caen encima; de pronto aparece atrapado en su leyenda favorita, a lo lejos divisó la Sirena afinando su guitarra al son de las cataratas de Mollesaja, sorprendido, siguió mirando a su alrededor, cuando … vio bajando al Toro del Cerro Baúl a tomar agua al Río, con sus largas cadenas de oro; atemorizado y sin saber a dónde esconderse, comenzó a retroceder y sin darse cuenta se sintió elevar al cielo; el niño asustado, no sabía que sucedía, cuando se da cuenta que un cóndor lo subía hacia la cima del Cañón (corredor del Tixani), que hermoso paisaje, se dijo el niño, el Señor Cóndor le dice: hola Amiguito, soy el guardián de las leyendas, he visto con que atención escuchas mis leyendas, que son lecciones que contienen verdades de tus antepasados, mirad la gente en esta historia es buena, gentil, conserva aún todos sus valores, mira la armonía, trabajan alegres y en comunidad, todos unidos para lograr sus objetivos, mira que lindos campos de cultivo. Pero ahora, quiero que veas una cosa, ven vamos a la Ciudad, cuidado!, agáchate, viene las cabezas voladoras, son esas niñas desobedientes, que atemorizan a la gente, ellas deberían asustar a aquellas personas que hacen daño. Robín le dice: tienes razón, mucha gente ahora a malogrado la casonas antiguas, tanto, que cuando se escuchan las leyendas pareciera que fuera de otra ciudad, ya basta de esto, dice el Señor Cóndor, es hora de que conozcas otra cosa, vamos por aquí, es una nueva leyenda la del Sauce llorón, una leyenda desconocida que a la brisa del medio día canta con sus lindas melodías, el niño se acerca y lo va a saludar, pero el sauce le dice vete de acá que yo quiero llorar, el cóndor le dice que él triste esta, porque hace mucho tiempo atrás, un hechicero de su amor lo separó, ahora me voy despidiendo de ti pequeño, hasta la próxima, porque al cruzar el portal estaré en otro lugar.
En ese momento, Robín se sintió caer, ya no estaba en aquel lugar estaba en el suelo de su casa, porque se cayó del sillón, él se puso a pensar lo que le dijo su Abuelo Calimero; tenía razón, si se puede ir a una leyenda. Se levantó corriendo para ir a la casa de su Abuelo Calimero y agradecerle por los polvos mágicos que le había dado; el Abuelo sonriendo le dice: la imaginación es tu tesoro, el que muy pocos pueden obtener, te digo un secreto, lo que te llevaste era canela en polvo, pero cuéntame ¿Qué paso? ¿Dónde te llevó tu imaginación?, seguro a una de tus leyendas favorita. Robín le responde, me llevó a lugares mágicos que tú también conoces abuelo, porque son las leyendas que tú me contaste; sabes Abuelo, tú crees que existen los polvos que mencionaste?, el Abuelo le responde quieres averiguarlo conmigo?, vamos acompáñame a buscar en el Baúl de los tesoros y quizá allí esté la respuesta; por cierto no debes olvidar querido hijo que la riqueza no es material sino que está en cada uno de nosotros, te digo esto porque no vas a encontrar monedas, ni joyas, pero lo que si encontraremos es una lluvia de interminables aventuras.
Autora: Carolina Zeballos
Autora: Carolina Zeballos
Este es un cuento de la creación de mi amiga y compañera de clase Carolina Zeballos.
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